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Curso en Dublin

CLASSROOM MANAGEMENT SOLUTIONS FOR TEACHERS: New Methodologies, Effective Motivation, Cooperation and Evaluation Strategies


En cuanto ví el título del curso, ví las palabras claves que me atrajeron con fuerza imantada a elegir Dublín como destino de mi experiencia de formación Erasmus+: gestión, soluciones, metodologías, motivación, cooperación, evaluación y estrategias. Muchos temas, muy interesantes todos y muy poco tiempo para abordarlos con profundidad pero con tiempo suficiente para llevarse ideas, futuras lecturas y por supuesto, aplicaciones en el aula.


Cuando oímos hablar de “management” en este contexto, parece resonar en muchos la palabra “control”, cuando en realidad es la gestión la que lleva la responsabilidad máxima del clima del aula. Los conflictos forman parte de nuestra vida cotidiana, pues no todas las personas pensamos del mismo modo ni tenemos los mismos objetivos o intereses. Esto se puede trasladar al aula en mayor o menor medida, donde necesitamos herramientas para en primer lugar, y desde el primer día, edificar junt@s la convivencia, con el objetivo de propiciar escenarios donde la enseñanza y el aprendizaje fluyan, y en segundo lugar, fomentar el aprendizaje cooperativo. Cooperación y colaboración, dos conceptos claves.


Partiendo de ahí trabajamos “ice-breakers”, si me permitís los anglicismos, y “team builders”, es decir, cómo romper el hielo en el grupo y cómo construir el grupo de manera que funcionemos como un equipo, lo cual está muy relacionado con los conceptos que he mencionado previamente: cooperación y colaboración. En este sentido fue muy útil el marco teórico que se nos ofreció en cuanto al proceso de la gestión, la exposición de problemáticas y diferentes técnicas que se pueden utilizar en un modelo de enseñanza que pone al alumnado como foco del proceso de aprendizaje: Student Centred Learning.


La metodología empleada en el curso con las profesoras asistentes ha sido la metodología por la que se abogaba para uso en nuestras aulas, activa, participativa y sobre todo: Student Centred Learning. Fuimos alumnas, y fuimos profesoras, formándonos al mismo tiempo y formando al resto con nuestra experiencia y los recursos que se nos proporcionaban, lo cual me pareció maravilloso: este enfoque empático o de ponerse en los zapatos del otro, en el de nuestro alumnado.


A nivel profesional la experiencia me ha resultado como podéis imaginar altamente enriquecedora pues he aprendido un poco más sobre la clase invertida (flipped classroom), por ejemplo; se nos han ofrecido múltiples herramientas digitales para la gestión del aula así como herramientas del mismo tipo para facilitar el aprendizaje.


Una herramienta que me ha gustado mucho ha sido la que podríamos llamar “Las Zonas de Regulación Emocional”, para lo que se establecen físicamente zonas en el aula a las que acudir según el alumnado se siente. Cada zona tiene una serie de herramientas de acorde con las emociones. (Se puede consultar el manual recomendado: The Zones of Regulation, de Leah M. Kuypers). El problema con el que yo me encuentro a la hora de implementar este interesante enfoque que pone de manifiesto la importancia de la regulación emocional del alumnado en su grado de motivación e implicación en el aula, es un problema puramente logístico, ya que el resto de profesoras asistentes al curso disponían de un aula específica de trabajo en sus centros educativos de procedencia, y es su alumnado el que se mueve a dicho aula; sin embargo, en nuestro centro, no existe esa posibilidad, al menos de momento, por falta de espacios. Establecer estaciones de trabajo, zonas de regulación, y mantener todos los materiales en aulas diferentes y no en una específica (por ejemplo, un Laboratorio de Idiomas) parece una tarea inalcanzable.


Debido a mi carácter, volver a estudiar y analizar las diferentes teorías sobre el aprendizaje de una lengua extranjera en general y sobre gestión del aula de idiomas en particular (Glasser’s Choice Theory, Positive Behaviour Support, Behaviourism, Humanism, Dreikurs Model, etc.) me ha proporcionado no sólo una inquietud por poner en práctica lo más significativo a mi modo de ver de todas ellas, sino una visión holística de lo que la gestión del aula de idiomas supone: organización de los sitios, zonificación del espacio, niveles de ruido, motivación técnicas para autorregularse, actividades colaborativas, aprendizaje cooperativo, Aprendizaje Basado en Proyectos, uso del mindfulness en el aula, etc.).


En mi “mochila irlandesa" me traje también mucha reflexión sobre mi propia práctica docente, conocimiento sobre la realidad en otros países europeos (Croacia, Bélgica, Hungría, Rumanía y Alemania). Compartir experiencias ha sido muy enriquecedor y por supuesto, la parte de evaluación ha sido muy útil para ser consciente como alumna de qué competencias había adquirido en el curso que estuvo impartido de manera brillante por nuestro profesor: Patrick O’Hare.


A nivel personal me ha supuesto una apertura a las vidas de otras personas con las que espero seguir manteniendo el contacto personal y/o profesional y, sobre todo, más que ninguna otra cosa, me ha supuesto un grado de motivación extraordinario. Debido a la pandemia y a otras situaciones personales, hacía algunos años que no hacía una formación Erasmus+ y me he dado cuenta de que es algo que no puedo dejar de hacer porque supone una inyección de entusiasmo que luego revierte en mi práctica docente.


Estoy deseando volver a tener la ocasión de tener una formación de este tipo, pero quizá, pensándolo bien, previo a la formación estaría muy interesante hacer una observación de prácticas docentes en un centro europeo, tipo Job Shadowing. Es eso: entusiasmo, seguridad en mí misma y ganas de aprender, ganas de seguir, justamente lo que me ha proporcionado a nivel personal, si me permitís al anglicismo, de nuevo, ha sido un “boost of self-confidence and motivation”.


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